Autor: Shirin Klaus
Temática: General
Descripción: estarías en el baño con la bragueta bajada mientras tu novia te buscaba». La canción terminó y la joven se dirigió hacia la barra, sedienta. Mientras bailaba no llevaba ningún vaso para poder moverse con mayor libertad, pero iba siendo hora de tomarse su tercer cubata. El camarero no tardó en atenderla, atraído por su generoso escote, y estaba esperando a que le trajeran lo que había pedido cuando alguien le tocó el hombro. Se giró y se encontró con un chico que debía tener su edad, al menos un palmo más alto que ella y con unos hombros anchos que le gustaron. —¿Eres Sara? Ella no se sorprendió de que supiera su nombre. Muchos se lo habían preguntado a lo largo de la noche y aunque solía dar nombres falsos, con alguien debía habérsele escapado el suyo real. Y la verdad es que no le importaba que él supiera su nombre, era guapo y muy masculino, con brazos fuertes y una camisa blanca ajustada que le quedaba muy bien. —Sí, ¿y tú cómo te llamas? —Roberto. Sara recogió de la barra el vaso de tubo que le había dejado el camarero y bebió un largo trago. —¿Bailas, Roberto? —preguntó girándose de nuevo hacia el chico, al que sorprendió mirándole el culo. Sonrió ampliamente a la vez que él parecía algo avergonzado—. ¿Has venido con novia? Él, que todavía no había tenido tiempo a responder a su primera pregunta, negó en respuesta a la segunda. —¿Con alguna amiga celosa que pueda arrancarme los pelos? —No, he venido solo con unos amigos de la universidad. —Pues entonces bailas. Y cogiéndolo de la camisa, lo guió hasta el centro de la pista, donde comenzaron a moverse juntos. Roberto no bailaba del todo mal, pero sin duda lo hacía mucho mejor cuando tenía a alguien entre sus brazos y Sara se pegó a él, guiando las grandes manos masculinas hasta su cintura. La música, el calor y aquel hombretón eran hechizantes. Bailaron muy pegados, rozando piel con piel, hasta que, cuando la canción estaba a punto de terminar, Sara sintió algo duro en la ingle de él. Sonrió de manera felina y, llevando su mano hasta su nuca, lo atrajo hasta su boca con un hambre voraz. No fueron comedidos. Ella empezó atacando fuerte, introduciendo su